Antes de iniciar con los tipos de paradigmas de la etica es importante comprender la definicion de la misma:
Son las maneras de percibir el mundo, de
pensar, de valorar y actuar con base en una visión particular de la realidad.
Según Barker(1995), define más
específicamente como “conjunto de reglas y disposiciones implícitas o
explícitas que permite
Establecer y definir los límites
de una situación, y Indicar cómo comportarse para tener éxito dentro de esos
límites”
Para Barker, algunas
características interesantes son:
*Los paradigmas cambian
constantemente y además suponen e implican invertir o romper reglas vigentes.
*Mientras existe un paradigma
vigente, es posible conocer o distinguir las señales de los próximos
paradigmas.
*El “efecto paradigma” implica
que lo que es notorio y obvio para una persona con un paradigma dado, es casi
imperceptible para otra persona con un paradigma diferente.
Los paradigmas son útiles porque nos
permiten resolver ciertas situaciones. También pueden ser armas de doble filo,
ya que por una parte puede ayudar a focalizar y diferenciar la información
importante de la que no lo es. Pero por otra parte puede hacer que ignoremos
información que no concuerda con nuestros paradigmas y así solo consideramos lo
que queremos o esperamos considerar.
Paradigmas sobre el bien común:
Para entender de qué se trata el bien
común conviene que antes aclaremos que la ambigüedad del término sigue hasta
nuestros días por una serie de problemas de raíz del mismo concepto. En primer
lugar, el bien común define una serie de aspiraciones que se supone comparten
una gran cantidad de personas y que los une en la búsqueda de un determinado
fin, a saber: bienestar económico, una familia feliz, buena salud, educación,
entre otras tantas. Pero este tipo de "bienes" - materiales - se
distancian mucho de la búsqueda verdadera de la felicidad del ser humano
(aunque parezca lo contrario en nuestra sociedad consumista) y son los bienes
no materiales los que suponen un problema para el bien común. Porque aspectos
del individuo como la búsqueda de su espiritualidad, sus placeres
intelectuales, su desarrollo como individuo se escapan de lo que podría ser
entendido como bien común; en este sentido los seres humanos se diferencian
mucho unos de otros puesto que los caminos seguidos para el desarrollo como
individuo suelen se únicos, particulares. Aquí el término bien común entra en
un conflicto y se define como la imposibilidad de determinar si cierto
comportamiento es o no ético para una persona que alega estar en búsqueda de su
camino a la felicidad pero cuyas acciones van en desmedro del camino al
bienestar de otro u otros individuos.
El siguiente vídeo muestra con mayor facilidad este concepto:
En la búsqueda
del bien común se vinculan muchos aspectos donde quizás el más complejo de
democratizar sean las intersubjetividades de los individuos que buscan ser
felices sin interrumpir la oportunidad de felicidad para otros. Sin embargo y
de acuerdo a las diversas circunstancias se pueden establecer variadas esferas
de "bien común". A continuación profundizaremos en las más llamativas
de ellas, es decir, la búsqueda del bien común (principio ético) en el ámbito
profesional, las características de éste en el aspecto social (ética civil) y
la relación entre poder y ética (ética política).
Paradigma utilitarista:
En la ética sostuvo el criterio
utilitarista de buscar el máximo bienestar del mayor número de individuos, la
felicidad general (General Happiness) como criterio y fin de la moralidad,
apelando al sentido común de los seres humanos para ser tenido como principio y
guía de la acción. Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los
individuos, de cada uno, depende de la de los demás. En la medida en que logro
la felicidad de los demás consigo también la propia, de manera que para un
individuo resulta útil lograr la felicidad del conjunto en el que se encuentra
inmerso. Buscar lo útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera
distinta según el uso que se haga de ellas. Un cuchillo en sí mismo no es ni
bueno ni malo, resultará bueno si le sirve al conjunto de los individuos para
cortar pan o tallar madera y malo si lo utilizan para matarse. Por tanto, lo
malo es lo inútil para conseguir la felicidad y lo bueno es lo útil para
lograrla. No es correcto decir que un cuchillo puede ser útil para matar, ya
que el utilitarista, reserva el calificativo de útil, tan sólo para aquello
que, manejado de determinada manera, proporciona bienestar al mayor número.
El utilitarismo obliga a repetir
constantemente los juicios éticos, que serán relativos al uso que se haga de
las cosas, es decir, a las prácticas o conductas que se desarrollen con ellas.
La religión o la energía atómica no son ni buenas ni malas, no puede
establecerse para siempre la bondad o maldad de algo, sino que depende, en cada
caso, de los resultados prácticos. Resultará, las más de las veces, que el
utilitaristas calificará a las cosas, vinculadas siempre a conductas, de buenas
si resultan beneficiosas y malas si resultan perjudiciales; resultando algunas
de ellas buenas y malas a un mismo tiempo, al depender de la utilización que se
haga de ellas. Así, la energía atómica es buena (útil, benéfica) en la medida
en que proporciona iluminación a las grandes ciudades y mala (perjudicial) en
la medida en que permite fabricar bómbas atómicas o desechar residuos
radiactivos al mar. Esta consideración ética perdura en nuestros días con el
nombre de pragmatismo el cual se caracteriza por hacer depender el juicio ético
de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de su
eficacia social.
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