jueves, 23 de junio de 2016

Paradigmas de la ética 

Antes de iniciar con los tipos de paradigmas de la etica es importante comprender la definicion de la misma:


     Son las maneras de percibir el mundo, de pensar, de valorar y actuar con base en una visión particular de la realidad.

Según Barker(1995), define más específicamente como “conjunto de reglas y disposiciones implícitas o explícitas que permite
Establecer y definir los límites de una situación, y Indicar cómo comportarse para tener éxito dentro de esos límites”

Para Barker, algunas características interesantes son:

*Los paradigmas cambian constantemente y además suponen e implican invertir o romper reglas vigentes.
*Mientras existe un paradigma vigente, es posible conocer o distinguir las señales de los próximos paradigmas.
*El “efecto paradigma” implica que lo que es notorio y obvio para una persona con un paradigma dado, es casi imperceptible para otra persona con un paradigma diferente.
   
  Los paradigmas son útiles porque nos permiten resolver ciertas situaciones. También pueden ser armas de doble filo, ya que por una parte puede ayudar a focalizar y diferenciar la información importante de la que no lo es. Pero por otra parte puede hacer que ignoremos información que no concuerda con nuestros paradigmas y así solo consideramos lo que queremos o esperamos considerar.

Paradigmas sobre el bien común:

     Para entender de qué se trata el bien común conviene que antes aclaremos que la ambigüedad del término sigue hasta nuestros días por una serie de problemas de raíz del mismo concepto. En primer lugar, el bien común define una serie de aspiraciones que se supone comparten una gran cantidad de personas y que los une en la búsqueda de un determinado fin, a saber: bienestar económico, una familia feliz, buena salud, educación, entre otras tantas. Pero este tipo de "bienes" - materiales - se distancian mucho de la búsqueda verdadera de la felicidad del ser humano (aunque parezca lo contrario en nuestra sociedad consumista) y son los bienes no materiales los que suponen un problema para el bien común. Porque aspectos del individuo como la búsqueda de su espiritualidad, sus placeres intelectuales, su desarrollo como individuo se escapan de lo que podría ser entendido como bien común; en este sentido los seres humanos se diferencian mucho unos de otros puesto que los caminos seguidos para el desarrollo como individuo suelen se únicos, particulares. Aquí el término bien común entra en un conflicto y se define como la imposibilidad de determinar si cierto comportamiento es o no ético para una persona que alega estar en búsqueda de su camino a la felicidad pero cuyas acciones van en desmedro del camino al bienestar de otro u otros individuos.

 El siguiente vídeo muestra con mayor facilidad este concepto:


     En la búsqueda del bien común se vinculan muchos aspectos donde quizás el más complejo de democratizar sean las intersubjetividades de los individuos que buscan ser felices sin interrumpir la oportunidad de felicidad para otros. Sin embargo y de acuerdo a las diversas circunstancias se pueden establecer variadas esferas de "bien común". A continuación profundizaremos en las más llamativas de ellas, es decir, la búsqueda del bien común (principio ético) en el ámbito profesional, las características de éste en el aspecto social (ética civil) y la relación entre poder y ética (ética política).

Paradigma utilitarista:

     En la ética sostuvo el criterio utilitarista de buscar el máximo bienestar del mayor número de individuos, la felicidad general (General Happiness) como criterio y fin de la moralidad, apelando al sentido común de los seres humanos para ser tenido como principio y guía de la acción. Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los individuos, de cada uno, depende de la de los demás. En la medida en que logro la felicidad de los demás consigo también la propia, de manera que para un individuo resulta útil lograr la felicidad del conjunto en el que se encuentra inmerso. Buscar lo útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera distinta según el uso que se haga de ellas. Un cuchillo en sí mismo no es ni bueno ni malo, resultará bueno si le sirve al conjunto de los individuos para cortar pan o tallar madera y malo si lo utilizan para matarse. Por tanto, lo malo es lo inútil para conseguir la felicidad y lo bueno es lo útil para lograrla. No es correcto decir que un cuchillo puede ser útil para matar, ya que el utilitarista, reserva el calificativo de útil, tan sólo para aquello que, manejado de determinada manera, proporciona bienestar al mayor número.


     El utilitarismo obliga a repetir constantemente los juicios éticos, que serán relativos al uso que se haga de las cosas, es decir, a las prácticas o conductas que se desarrollen con ellas. La religión o la energía atómica no son ni buenas ni malas, no puede establecerse para siempre la bondad o maldad de algo, sino que depende, en cada caso, de los resultados prácticos. Resultará, las más de las veces, que el utilitaristas calificará a las cosas, vinculadas siempre a conductas, de buenas si resultan beneficiosas y malas si resultan perjudiciales; resultando algunas de ellas buenas y malas a un mismo tiempo, al depender de la utilización que se haga de ellas. Así, la energía atómica es buena (útil, benéfica) en la medida en que proporciona iluminación a las grandes ciudades y mala (perjudicial) en la medida en que permite fabricar bómbas atómicas o desechar residuos radiactivos al mar. Esta consideración ética perdura en nuestros días con el nombre de pragmatismo el cual se caracteriza por hacer depender el juicio ético de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de su eficacia social.

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